Siento tener que interrumpir mis crónicas del viaje por Brasil (que continuaré tras esta pausa), pero es necesario relatar aquí una situación que viví ayer totalmente digna del mejor capítulo de "Doctor en Alaska".
La historia se desarrolla en un tren de cercanías de Barcelona, donde viajaban dos señoras que rondaban los setenta años, muy compuestas y repeinadas. Estaban hablando entre ellas y tenían la típica pinta de "doña", que no sabría explicar pero que seguro se imaginarán.
Junto a mí, entró en el tren una pareja con un niño y nos sentamos cerca de las señoras. Una de ellas se les quedó mirando desde el principio y, de repente, le preguntó a la chica que de dónde eran. Ella no le respondía y miraba a su pareja con cara de duda. Ante este mutismo, la señora seguía insistiendo con su pregunta y añadió: "Pareceis magrebíes" (o algo así).
Todo pasó muy rápido y yo lo primero que pensé fue: 1) Qué señora más entrometida, 2)¿Por qué les preguntará eso? y 3) Seguro que ahora dirá algún comentario xenófobo o hará algún gesto raro (ya se sabe que en el mundo hay gente llena de prejuicios).
Pues, para mi sorpresa, cuando el chico le dijo que eran de Marruecos ella empezó a hablarles en árabe con total soltura. Y luego, cuando él dijo que su esposa no entendía el español, ella le preguntó si hablaba francés y siguió toda la conversación en un perfecto francés, intercalando algunas frases en inglés también.
Fue un viaje de lo más entretenido, gracias al cual se me derrumbaron los prejuicios que tengo contra las "doñas".
La historia se desarrolla en un tren de cercanías de Barcelona, donde viajaban dos señoras que rondaban los setenta años, muy compuestas y repeinadas. Estaban hablando entre ellas y tenían la típica pinta de "doña", que no sabría explicar pero que seguro se imaginarán.
Junto a mí, entró en el tren una pareja con un niño y nos sentamos cerca de las señoras. Una de ellas se les quedó mirando desde el principio y, de repente, le preguntó a la chica que de dónde eran. Ella no le respondía y miraba a su pareja con cara de duda. Ante este mutismo, la señora seguía insistiendo con su pregunta y añadió: "Pareceis magrebíes" (o algo así).
Todo pasó muy rápido y yo lo primero que pensé fue: 1) Qué señora más entrometida, 2)¿Por qué les preguntará eso? y 3) Seguro que ahora dirá algún comentario xenófobo o hará algún gesto raro (ya se sabe que en el mundo hay gente llena de prejuicios).
Pues, para mi sorpresa, cuando el chico le dijo que eran de Marruecos ella empezó a hablarles en árabe con total soltura. Y luego, cuando él dijo que su esposa no entendía el español, ella le preguntó si hablaba francés y siguió toda la conversación en un perfecto francés, intercalando algunas frases en inglés también.
Fue un viaje de lo más entretenido, gracias al cual se me derrumbaron los prejuicios que tengo contra las "doñas".