Cuando el barco llegó después de varios días por el Río Amazonas, yo seguía sin tener muy claro lo que iba a hacer. Había leído en la guía y hablado con la gente sobre varios lugares que tenían muy buena pinta, y todos me llamaban la atención. Lo único que tenía claro es que no quería quedarme en Belém, porque habían muchos edificios y en el barco me habían dicho que era muy peligrosa. Y al final, no sólo me quedé en Belém ese día, sino que volví dos veces más (y no era tan fea ni tan peligrosa como pensaba).
¡Me gustó mucho Belém!
Me decidí por la Ilha do Marajó como mi próximo lugar de visita, pero eran las 7 de la mañana y el barco no salía hasta las 2 de la tarde. Como estaba cansada de tanto barco, decidí quedarme un día para pasear por Belém y seguir hacia Marajó al día siguiente en el barco de las 6 de la mañana. Así lo hice y la verdad es que creo que fue todo un acierto porque resultó ser un domingo de lo más completo.
Llegué al hostel, descansé un rato y me di una ducha que me dejó como nueva Luego me fui al Mercado Ver-o-peso, donde aproveché para hidratarme y vitaminarme, con agua de coco, sucos y frutas variadas (después de los días de barco me sentaron genial).
Cuando iba caminando hacia la Praça da Republica, me encontré con un camión que estaba anunciando un baile de Carnaval. Era curioso porque en lo alto del camión iba un grupo de música cantando y tocando, detrás iba tocando una batucada, y les seguía un grupo de gente muy animada bailando y bebiendo. Yo al principio estuve sacando fotos de lejos, pero cuando empezaron a desfilar por la calle, terminé uniéndome al animado baile.
Ya en la Praça se paró el cortejo y aproveché para andar entre los puestos de artesanía de todo tipo que la rodeaban. Esta feria de artesanía sólo se pone los domingos, así que fue toda una suerte (las dos veces siguientes que pasé por Belém no coincidí ni con el carnaval ni con la feria).
Por la tarde quedé con Rago, un chico de Couchsurfing, y estuvimos dando una vuelta por la ciudad y tomando unas cervezas. Ahí probé una cerveza hecha con una fruta llamada bacurí que estaba buena para un poco, pero ya al final empalagaba. También probé el "sorvete paraense", un helado de una fruta llamada açai y mandioca, muy rico.
Y ya con todo eso me fui a dormir feliz porque al día siguiente tenía que madrugar para coger el barco a Marajó, después de haber disfrutado de un domingo muy completo en Belém.
Belém se convirtió en estación de parada de mis idas y vueltas entre Marajó y Algodoal. Mis otras dos estancias también fueron breves y las pude compartir con Juan y Cyro (a los que conocí en el barco de Marajó a Belém), con Mônica y Rhalime (dos chicas de Couchsurfing con quienes Juan había quedado y yo me uní) y con Guillermo (a quien conocí en el barco de Parintins y luego volví a coincidir en Algodoal).
Aquí les dejo las fotos de las 3 visitas:
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